Los viajes de Ulises

Distrito 20 representa Ulises en la red de teatros de la Comunidad de Madrid
Por  MARTA GOLVANO

Muy poca gente se atreve hoy a leer a Homero. Ahora existe una oportunidad, de acercarse a su obra mediante la danza y la palabra que pone sobre las tablas, “Distrito20”, una compañía asentada en el barrio que ha tomado la denominación que tuviera este distrito hace años.

“Los viajes de Ulises”, estrenado a finales del pasado mes y centrado en los viajes que hiciera éste, después de la guerra de Troya para regresar a Itaca, es su último trabajo y refleja su talento innovador.

La expresión corporal es una pieza clave en la representación donde hay más danza y movimiento que teatro, entendido de manera ortodoxa.

La razón es que a los 16 miembros de la compañía, cuyas edades oscilan entre los 11 y los 40 años, se decidieron a buscar nuevas fórmulas para todos los públicos, y en especial para el infantil, dentro del teatro.

Una de las claves de “Distrito20”, ha sido la de ser los primeros en introducir menores profesionales, en el espectáculo. Según su director, Francisco Rodríguez, los niños no constituyen ninguna excusa: «Si te acercas a los niños a través de adultos, difícilmente van a comprender el salto. Si el mensaje lo transmiten los propios niños, la comunicación espectador-actor mejora». 

Sin embargo, no era un público precisamente infantil el que llenó la sala El Mirador en su estreno. Y es, que, aunque en la función intervienen elementos destinados a éste público - Los dioses Hermes y Eolo se materializan en dos niñas, Caronte se pasea por el infierno en patines y se  emplean. marionetas para hacer desproporcionadas las dimensiones de un Polifemo «muy humano» - el absoluto predominio de la danza sobre la palabra, empleada para resumir en unas cuantas frases las escenas del libro, ya de sí complicado de leer, quizá no sea la mejor medida para solucionar los imperiosos porqués a los que acostumbrar a los más pequeños. La escenografía, simple pero efectista, supera con imaginación, o mares de tela, la influencia del dinero. La riqueza visual del conjunto se consigue también gracias a un vestuario colorista supeditado, claro está, a la danza y a la coreografía interpretada con ganas por los jóvenes actores. Todos están de acuerdo en que siempre hay que producir la misma ilusión que la primera vez: «Si una función se mecaniza es la última, no interesa».

La otra sorpresa adoptada, para sujetar la atención de los conocedores de Homero, es la disposición de los viajes, que no se atienden al orden cronológico de la obra. El rigor seguido en la escenificación, apoyada en la luz y en la música, les coloca ante Eolo, dios del viento, que entrega al héroe el cofre de los vientos desfavorables; la conocida treta ante el gigante de Polifemo; la navegación junto a la peligrosa isla de las sirenas; los amores con la maga Circe y con la ninfa Calipso y el ansiado reencuentro con su esposa e hijo.